Perdonar siempre.
Un día, la Madre Teresa de Calcuta,
encontró sobre un montón de basura una mujer moribunda que le dijo que su
propio hijo la había dejado abandonada allí. La Madre la recogió y la llevó al
hogar de Kalighat. Aquella mujer no se quejaba de su estado sino de que hubiera
sido su propio hijo quien la dejó allí. No podía perdonarle... La Madre Teresa,
que quería que aquella mujer muriese en gracia de Dios, trataba de convencerla:
¿Debe perdonar a su hijo? le decía. Es carne de su carne y
sangre de su sangre... Sin duda hizo lo que hizo en un momento de locura y ya
estará arrepentido... Pórtese como una verdadera madre y perdónelo... Si ha
pedido a Dios que le perdone sus pecados debe perdonar el que su hijo cometió
con
usted. Si lo hace, Dios recompensará su generosidad con un
lugar en el Cielo. La mujer se resistía, pero la gracia terminó venciendo. -Le
perdono, le perdono... dijo por fin llorando. Poco después moría.
Dios mío, dame gracia y amor para perdonar siempre: que
ningún día me acueste guardando rencor a alguien, aunque me parezca que tengo
motivos. ¡Me has perdonado Tú a mí!
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