Vocación.
El director de una película de cine está ocupado
en la tarea de escoger una actriz para protagonista de la película. Está
sentado frente a su mesa de trabajo, sobre la cual yacen desplegadas docenas de
fotografías facilitadas por los agentes cinematográficos.
Al cabo de un rato,
escoge una de ellas, la contempla detenidamente y dice a su secretaria:
"Sí, éste es el tipo de mujer que necesito, llámela y cítela aquí
mañana".
Ni que decir tiene que hay una inmensa diferencia entre un
director cinematográfico y Dios, entre Hollywood y el Cielo. Con todo, a través
de este ejemplo podemos hacernos una idea de la razón de ser de nuestra
existencia. Allá, en lo más profundo de la eternidad, Dios planeó el universo
entero y escogió a los protagonistas del gran argumento que habría de
desarrollarse hasta el fin de los tiempos. Ante su divina mente fueron
desfilando las fotografías de las almas ilimitadas en número que él podía
crear.
Cuando se topó con tu imagen, se detuvo y dijo: "Quiero
darle mi vida a esta persona, para que sea feliz. La necesito para que
desarrolle un papel único, personal, y luego, goce de mi presencia durante toda
la eternidad... Sí, la voy a crear". Ahora ya sabes cuál es tu misión.
Eres el protagonista. De que tú hagas o dejes de hacer lo que Dios ha pensado
para ti depende que muchas personas sean felices o no, se salven o no. Tus
amigos necesitan que les ayudes a conocer a Jesús.
Madre mía, que como tú, diga a Jesús que sí en los planes
que Él tiene para mí. Señor, quiero lo que quieras, quiero cuando quieras,
quiero como quieras, quiero mientras quieras.
Coméntale a Dios con tus palabras algo de lo que has leído,
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