Presencia de Dios.
La madre que tiene el pequeño en la cuna,
trabaja arreglando las cosas de la casa; plancha, limpia..., pero siempre está
pendiente del hijo. Esta madre tiene presencia del hijo, no lo pierde de vista.
Lo mismo que esa madre podemos hacer nosotros con el Señor.
Mientras estudiamos, mientras hacemos deporte, cuando estamos en clase, cuando
vamos por la calle, a la hora de comer, al meternos en la cama, y en todas las
circunstancias en que nos podamos encontrar, son situaciones en las que si nos
empeñamos podemos hablar con el Señor, decirle una jaculatoria, pedirle ayuda,
etc...
Si no tienes concretada una jaculatoria para repetir durante
el día, la Cuaresma es buen momento para hacerlo, porque así el señor se
sentirá más acompañado y más querido. Alguna jaculatoria puede ser: ¡Jesús te
amo!, ¡Señor, perdóname porque soy un pecador! Y los días anteriores ya han
salido buenas ocasiones para decir jaculatorias: al ver un crucifijo, visitar
sagrarios cuando pasas cerca de una iglesia, al hacer un sacrificio, cuando te
vienen a la cabeza excusas para no mortificarte, cuando ves que actúas con la
ley del gusto.
Puedes hacer un poco de examen para ver cómo vas en eso.
Señor, yo quiero acordarme y decirte muchas jaculatorias durante el día;
recuérdamelo Tú. Y tú, ángel de mi guarda.
Continúa hablándole a Dios con tus palabras
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