Héroes anónimos.
"Soy consciente, rezaba Newman, de que
a pesar de mis faltas, deseo vivir y morir para gloria de Dios. Deseo
entregarme completamente a Él como instrumento suyo para la tarea que quiera y
a costa de cualquier sacrificio personal".
Hoy puedes hacer tuya la oración de Newman, converso inglés
que tanto hizo por la Iglesia de su país: ¡Señor, aunque no valga nada, aquí
estoy para hacer, por Ti, lo que quieras!
Te copio parte de un artículo de B. Tierno y te animo a que
quieras ser, haciendo favores "normales", un héroe anónimo:
"Jamás pensé que estar en contacto con la enfermedad y el sufrimiento de
los demás podría hacerme tanto bien. Estando de camillero en Lourdes, una
señora, medio ciega y sin piernas, rezaba el rosario. Como advertí preocupación
en su rostro, le pregunté qué le apenaba. Ella me respondió: "Me
entristece este pobre hombre de la camilla de al lado". Se me hizo un nudo
en la garganta y pensé, ¡Dios mío! Ella sí que está físicamente mal y, sin
embargo, no piensa en sí misma.
Esta aleccionadora experiencia me la contaba hace unos días
en San Sebastián el propio protagonista, Luis, un hombre de mediana edad que,
desde hace años, junto con su esposa, asiste como camillero voluntario a los
enfermos que peregrinan a Lourdes. Tantas personas anónimas, la mayoría
donantes de sangre, como Luis, que no desaprovechan la menor ocasión que se les
presenta para ayudar según sus posibilidades, son héroes anónimos.
Tú nos explicaste que lo que hacemos con los demás lo
hacemos contigo. Por eso trataré de ser generoso, Jesús, con los demás. En
concreto estos días de Cuaresma procuraré hacer muchos favores. Recuérdamelo,
por favor, y que sepas que los haré por amor a ti y a ellos. ¡Cada día, al
menos, un buen favor!
Continúa hablándole a Dios con tus palabras
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