domingo, 30 de agosto de 2020

Domingo XXII Ordinario – Ciclo A

 

Domingo XXII Ordinario – Ciclo A (Mateo 16, 21-27) – 30 de agosto de 2020



A partir de entonces Jesús comenzó a explicar a sus discípulos que él tendría que ir a Jerusalén, y que los ancianos, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley lo harían sufrir mucho. Les dijo que lo iban a matar, pero que al tercer día resucitaría. Entonces Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo:

—¡Dios no lo quiera, Señor! ¡Esto no te puede pasar!

Pero Jesús se volvió y le dijo a Pedro:

—¡Apártate de mí, Satanás, pues eres un tropiezo para mí! Tú no ves las cosas como las ve Dios, sino como las ven los hombres.

Luego Jesús dijo a sus discípulos:

—Si alguno quiere ser discípulo mío, olvídese de sí mismo, cargue con su cruz y sígame. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda la vida por causa mía, la encontrará. ¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde la vida? ¿O cuánto podrá pagar el hombre por su vida? Porque el Hijo del hombre va a venir con la gloria de su Padre y con sus ángeles, y entonces recompensará a cada uno conforme a lo que haya hecho.

Palabra del Señor.

Reflexiones: Hermann Rodríguez SJ   José Antonio Pagola   Fray Marcos

domingo, 23 de agosto de 2020

Domingo XXI Ordinario – Ciclo A

 

Domingo XXI Ordinario – Ciclo A (Mateo 16, 13-20) – 23 de agosto de 2020


En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?" Ellos contestaron: "Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas." Él les preguntó: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?" Simón Pedro tomó la palabra y dijo: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo." Jesús le respondió: "¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo." Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.

Palabra del Señor

Reflexiones: Hermann Rodríguez SJ   José Antonio Pagola   Fray Marcos

domingo, 16 de agosto de 2020

Domingo XX Ordinario – Ciclo A

 Domingo XX Ordinario – Ciclo A (Mateo 15, 21-28) – 16 de agosto de 2020

 

Jesús se dirigió de allí a la región de Tiro y Sidón. Y una mujer cananea, de aquella región, se le acercó, gritando:

—¡Señor, Hijo de David, ten compasión de mí! ¡Mi hija tiene un demonio que la hace sufrir mucho!

Jesús no le contestó nada. Entonces sus discípulos se acercaron a él y le rogaron:

—Dile a esa mujer que se vaya, porque viene gritando detrás de nosotros.

Jesús dijo:

—Dios me ha enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel.

Pero la mujer fue a arrodillarse delante de él, diciendo:

—¡Señor, ayúdame!

Jesús le contestó:

—No está bien quitarles el pan a los hijos y dárselo a los perros.

Ella le dijo:

—Sí, Señor; pero hasta los perros comen las migajas que caen de la mesa de sus amos.

Entonces le dijo Jesús:

—¡Mujer, qué grande es tu fe! Hágase como quieres.

Y desde ese mismo momento su hija quedó sana.

Palabra del Señor,

 

Reflexiones: Hermann Rodríguez SJ   José Antonio Pagola   Fray Marcos

domingo, 9 de agosto de 2020

Domingo XIX Ordinario – Ciclo A

 

Domingo XIX Ordinario – Ciclo A (Mateo 14, 22-33) – 9 de agosto de 2020

Evangelio de Mateo 14, 22-33

Después de esto, Jesús hizo que sus discípulos subieran a la barca, para que cruzaran el lago antes que él y llegaran al otro lado mientras él despedía a la gente. Cuando la hubo despedido, Jesús subió a un cerro, para orar a solas. Al llegar la noche, estaba allí él solo, mientras la barca ya iba bastante lejos de tierra firme. Las olas azotaban la barca, porque tenían el viento en contra. A la madrugada, Jesús fue hacia ellos caminando sobre el agua. Cuando los discípulos lo vieron andar sobre el agua, se asustaron, y gritaron llenos de miedo:

—¡Es un fantasma!

Pero Jesús les habló, diciéndoles:

—¡Calma! ¡Soy yo: no tengan miedo!

Entonces Pedro le respondió:

—Señor, si eres tú, ordena que yo vaya hasta ti sobre el agua.

—Ven —dijo Jesús.

Pedro entonces bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el agua en dirección a Jesús. Pero al notar la fuerza del viento, tuvo miedo; y como comenzaba a hundirse, gritó:

—¡Sálvame, Señor!

Al momento, Jesús lo tomó de la mano y le dijo:

—¡Qué poca fe tienes! ¿Por qué dudaste?

En cuanto subieron a la barca, se calmó el viento. Entonces los que estaban en la barca se pusieron de rodillas delante de Jesús, y le dijeron:

—¡En verdad tú eres el Hijo de Dios!

Palabra del Señor.


Reflexiones: Hermann Rodríguez SJ   José Antonio Pagola   Fray Marcos

domingo, 2 de agosto de 2020

Domingo XVIII Ordinario – Ciclo A

Domingo XVIII Ordinario – Ciclo A (Mateo 14,13-21) – 2 de agosto de 2020 

Cuando Jesús recibió la noticia, se fue de allí él solo, en una barca, a un lugar apartado. Pero la gente lo supo y salió de los pueblos para seguirlo por tierra. Al bajar Jesús de la barca, vio la multitud; sintió compasión de ellos y sanó a los enfermos que llevaban. Como ya se hacía de noche, los discípulos se le acercaron y le dijeron:

—Ya es tarde, y éste es un lugar solitario. Despide a la gente, para que vayan a las aldeas y se compren comida.

Jesús les contestó:

—No es necesario que se vayan; denles ustedes de comer.

Ellos respondieron:

—No tenemos aquí más que cinco panes y dos pescados.

Jesús les dijo:

—Tráiganmelos aquí.

Entonces mandó a la multitud que se sentara sobre la hierba. Luego tomó en sus manos los cinco panes y los dos pescados y, mirando al cielo, pronunció la bendición y partió los panes, los dio a los discípulos y ellos los repartieron entre la gente. Todos comieron hasta quedar satisfechos; recogieron los pedazos sobrantes, y con ellos llenaron doce canastas. Los que comieron fueron unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.

Palabra del Señor.

Reflexiones: Hermann Rodríguez SJ   José Antonio Pagola   Fray Marcos