Rezaba por los secuestradores.
El 12 de abril de 1993
secuestran a una joven madrileña, Anabel Segura, mientras hace footing cerca de
su casa. Después de dos años de secuestro encontraron su cuerpo ya sin vida. Su
padre, José, es un ejemplo como persona y como cristiano. Transcribo unas
preguntas de una entrevista que le hacen en Mundo Cristiano:
- Dos años y medio: ¿en qué es distinto ahora don José
Segura, el padre de Anabel?
- En la fe, sin duda.
- Pero esa fe, a mí me parece que no es de ahora.
- No, desde luego. A nosotros nos viene de familia, pero se
hace más profunda; situaciones como ésta te sirven para acercarte más.
Lógicamente hay momentos de duda, o mejor de desconcierto: ¿cómo puede Dios
permitir algunas cosas? Pero uno, en el fondo de su alma, sabe que Dios sabe
más.
-¿Y nunca la rebelión? ¿Puede uno no rebelarse?
-Mi experiencia es que se puede: no sé cómo, pero con la
ayuda de Dios, yo he podido no rebelarme.
-¿Pero el odio? ¿Se puede sin ser un héroe vencer al odio?
-Odio no hemos tenido nunca. Me lo preguntaba un periodista
en los primeros días, en esta misma sala, cuando los ánimos estaban más
alterados, y le tuve que dar la misma respuesta. A usted quizá se lo puedo
explicar más y sé que me entenderá: desde el principio he pedido al Señor por
Anabel y por sus secuestradores, unas veces antes por Anabel y otras veces
antes por ellos, por si Dios les tocaba el corazón. Desde el principio.
Lógicamente, en la sociedad española hay unas reglas de juego, unas normas y
unas leyes y según esas leyes tendrán que ser juzgados,
Odio no. Pienso que si su mente funciona bien, estarán
sufriendo ahora tanto como sufro yo. Por muy especiales que sean, es imposible
que estén tranquilos, que puedan dormir bien. Sobre todo, si no pueden rezar,
si no tienen confianza en alguien, si no pueden abrirse a nadie.
Señor, creo en Ti. ¡Cómo ayudas a los tuyos para que se
comporten como lo hubieses hecho Tú! Cuando no entienda algo, que en el fondo
de mi alma sepa que Tú sabes más. Que ame y rece por los que no me quieren o
los que obran contra mi. ¡Amar al enemigo! Eso quiero. Solo podré con tu ayuda.
¡María, ayuda a tus hijos!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario