Muerte.
Tal vez hayas asistido alguna vez a la proyección de
un video en casa de un amigo que quiere mostrarte lo mucho que ha disfrutado en
su último viaje por el Caribe. De repente, para hacerse el gracioso, da el
interruptor y la cinta se detiene; en la pantalla queda la imagen congelada en
su acción: Una expresión bobalicona, un ceño fruncido, una ingenua sonrisa...
Resulta cómico y todo el mundo se ríe. Sin embargo, no nos entrará la risa
cuando Dios interrumpa la cinta de nuestra vida y quedemos captados para
siempre en nuestra fealdad o en nuestra hermosura. Por eso debemos estar
preparados, en gracia, para recibir a la muerte, que es un cambio de casa. Por
eso repetía Jesús: Velad y orad, porque no sabéis el día ni la hora.
¿Eres consciente de que Jesús puede que te llame en
cualquier momento? ¿y de que vale la pena morir bien porque comparado con la
tierra el cielo dura infinitamente más?
Madre mía, ayúdame a estar preparado para cuando me llame
Jesús. Pero no de cualquier manera: con toda la gracia que me sea posible. Tú
eres la llena de gracia, esto es, que Dios te llenaba, no había nada tuyo
personal que se opusiese a Dios; El hacía a través de ti todo lo que quería,
porque le dejabas. Así quiero vivir y morir yo.
Coméntale a Dios con tus palabras algo de lo que has leído.
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