Saludar Sagrarios.
Muchos decían a santa Teresa que les
hubiese gustado vivir en los tiempos de Jesús. Ella les respondía que no
entendía bien por qué, pues poca o ninguna diferencia había entre aquel Jesús y
el Jesús que está en el Sagrario.
Dale gracias por haberse quedado. Pero dáselas con obras.
Cada vez que haces una genuflexión delante del Sagrario, que la hagas bien y
diciéndole por dentro: ¡te amo, Jesús; gracias! Que comulgues bien preparado y
muchas veces, siempre que te sea posible. Que le visites todos los días...
Si cuando realizas un viaje en coche, en metro, en autobús,
te fijaras en la cantidad de iglesias que dejas por el camino, te darías cuenta
de que el Señor está en muchos sagrarios que te pasan desapercibidos. Pero no
hace falta irse de viaje. Tenemos al Señor muy cerca de nosotros: en el
oratorio del colegio, en la iglesia que podamos tener al lado de casa...
Te recomiendo un propósito: cada vez que pases cerca de una
iglesia dile al Señor en el sagrario: ¡Jesús, sé que estás ahí!; o le puedes
rezar una comunión espiritual: Yo quisiera, Señor, recibiros, con aquella
pureza, humildad y devoción con que os recibió vuestra Santísima Madre; con el
espíritu y fervor de los santos.
Continúa hablándole a Dios con tus palabras
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