.... morir antes que pecar.-!
Pecado. Siempre que hablo del pecado, sobre todo del pecado
mortal, viene a mi mente el triste recuerdo de una tragedia que presencié un
día. Un niño de unos tres años corría por el césped del jardín de su casa,
perseguido por su madre: "¡Ven aquí, Jimmy!", gritaba ésta. "¡No
atravieses el seto!". Pero Jimmy no le hizo ningún caso. Traspasó el seto
y sorteó hábilmente los automóviles estacionados en la calzada, hasta que un
coche que pasaba le lanzó por los aires. Su cuerpecillo roto fue a caer casi en
brazos de su madre.
Dejando aparte el hecho de que Jimmy era demasiado joven
para responder de sus actos, la escena recuerda mucho la actitud de Dios con
los pecadores. "¡Ven aquí, ven aquí!", grita ansiosamente, con su
gracia, cuando un alma corre hacia el pecado. Pero el pecador, ajeno a todo lo
que no sea su deseo, hace oídos sordos a la voz de Dios y sale voluntariamente
al encuentro de la muerte. La estupidez es un elemento siempre presente en el
pecado.
Señor, no quiero ofenderte, pero a veces me olvido de Ti y,
cuando llega el momento me vence la estupidez. Perdona, Señor, desde ahora con
tu gracia odiaré el pecado, también los pequeños, y te pediré perdón por ellos
en la confesión.
Coméntale a Dios con tus palabras algo de lo que has leído. .
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