miércoles, 25 de febrero de 2015

40 dias X la VIDA: día 8






Sin desfallecer...
Orar sin desfallecer...
¿nos ayudas?
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Intención del día de hoy:

Oremos por una renovación de nuestro celo para ofrecer una generosa ayuda a los niños no nacidos y a sus familias. Oración: Señor tu que eres la fuente de toda bondad, has que nos llenemos de caridad con los más necesitados y que nuestro corazón esté lleno de compasión por los que están fuera del camino, especialmente los que están excluídos del camino de la vida.

Del evangelio según San Lucas 10, 29-37

Preguntaron a Jesús ¿quién es mi prójimo? y Jesús respondió: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de salteadores que, después de despojarle y darle una paliza, se fueron, dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión. Acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y le montó luego sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al posadero, diciendo: “Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva.” ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?» Él dijo: «El que practicó la misericordia con él.» Díjole Jesús: «Vete y haz tú lo mismo.»

Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

Reflexión:

El buen samaritano tiene sus manos abiertas a la necesidad del otro, la dificultad de los demás no le resulta un obstáculo para cumplir sus planes, él entiende la necesidad de los demás más bien como la oportunidad para cambiar sus planes humanos por los planes de Dios, él sabe que el plan de Dios se encuentra en el más pequeño, el más débil, el más necesitado. Nosotros vemos a nuestro Dios en la persona de estos niños que delante de nosotros fueron rechazados y queremos abrir nuestra alma al amor para recibirlos. El buen samaritano es el hombre de manos abiertas y no de puños cerrados, el buen samaritano no tiene sus planes puestos de modo egoísta, ni sus manos están cerradas como puños, ni sus bienes están asegurados, él sabe que está hecho para los demás y que cuando regal y cuando da de lo que tiene en realidad lo que ocurre es que recibe, no sólo dona, recibe el amor y lo entrega y así se multiplica.

El buen samaritano en realidad es Cristo que no obstante su condición divina se hizo como un esclavo pasando por uno de tantos se sometió al expolio de todos sus bienes incluso de su cuerpo para entregarnos el amor de su redención, su amor pascual. Él está también esperando nuestra respuesta de caridad con quienes no pueden nada, los abandonados fuera del camino de la vida, aquellos cuya vida "estorbó" los planes de otro, él quiere nuestra misericordia con todos, que a nadie veamos como un estorbo. Con los bebés que son vistos como un estorbo hoy está nuestra oración, con ellos nuestra súplica. Amor, misericordia y perdón.

Releer el evangelio de hoy.

Oración final:

Letanías a Cristo Rey.

-Señor, ten misericordia de nosotros,

-Cristo, ten misericordia de nosotros,

-Señor, ten misericordia de nosotros,

-Cristo óyenos,

-Cristo escúchanos,

-Dios, Padre celestial. R.- Ten misericordia de nosotros

-Dios Hijo, Redentor del mundo, R.- Ten misericordia de nosotros

-Dios Espíritu Santo, R.- Ten misericordia de nosotros

-Trinidad santa, un solo Dios, R.- Ten misericordia de nosotros

-Jesús, Rey, verdadero Dios y verdadero hombre

-Jesús, Rey de los cielos y de la tierra. R.- Ten piedad de nosotros.

-Jesús, Rey de los ángeles. R.- Ten piedad de nosotros.

-Jesús, Rey de los apóstoles. R.- Ten piedad de nosotros.

-Jesús, Rey de los mártires. R.- Ten piedad de nosotros.

-Jesús, Rey de los confesores. R.- Ten piedad de nosotros.

-Jesús, Rey de los vírgenes. R.- Ten piedad de nosotros.

-Jesús, Rey de todos los santos. R.- Ten piedad de nosotros.

-Jesús, Rey de la santa Iglesia. R.- Ten piedad de nosotros.

-Jesús, Rey de los sacerdotes. R.- Ten piedad de nosotros.

-Jesús, Rey de los reyes. R.- Ten piedad de nosotros.

-Jesús, Rey de las naciones. R.- Ten piedad de nosotros.

-Jesús, Rey de nuestros corazones. R.- Ten piedad de nosotros.

-Jesús, Rey y esposo de nuestras almas. R.- Ten piedad de nosotros.

-Jesús, Rey, Salvador y Redentor nuestro. R.- Ten piedad de nosotros.

-Jesús, Rey, y Dios nuestro. R.- Ten piedad de nosotros.

-Jesús, Rey y Maestro nuestro. R.- Ten piedad de nosotros.

-Jesús, Rey y Pontífice nuestro. R.- Ten piedad de nosotros.

-Jesús, Rey y Juez nuestro. R.- Ten piedad de nosotros.

-Jesús, Rey de gracia y santidad. R.- Ten piedad de nosotros.

-Jesús, Rey de amor y justicia. R.- Ten piedad de nosotros.

-Jesús, Rey de vida y de paz. R.- Ten piedad de nosotros.

-Jesús, Rey de la verdad y de la sabiduría. R.- Ten piedad de nosotros.

-Jesús, Rey del universo. R.- Ten piedad de nosotros.

-Jesús, Rey de la gloria. R.- Ten piedad de nosotros.

-Jesús, Rey Altísimo. R.- Ten piedad de nosotros.

-Jesús, Rey Todopoderoso. R.- Ten piedad de nosotros.

-Jesús, Rey invencible. R.- Ten piedad de nosotros.

-Jesús, Rey sapientísimo. R.- Ten piedad de nosotros.

-Jesús, Rey benevolentísimo. R.- Ten piedad de nosotros.

-Jesús, Rey pacientísimo. R.- Ten piedad de nosotros.

-Jesús, Rey flagelado. R.- Ten piedad de nosotros.

-Jesús, Rey coronado de espinas. R.- Ten piedad de nosotros.

-Jesús, Rey crucificado. R.- Ten piedad de nosotros.

Jesús, Rey gloriosamente resucitado. R.- Ten piedad de nosotros.

-Jesús, Rey de amor en el Santísimo Sacramento. R.- Ten piedad de nosotros

-Jesús, Rey nuestro amantísimo, R.- Ten piedad de nosotros.

-Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, R.- Perdónanos, Señor.

-Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, R.- Escúchanos Señor.

-Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, R.- Ten misericordia de nosotros.

V. Bendice a tu pueblo, oh Jesús Rey; gobiérnanos y protégenos.

R. Vive y reina en nuestros corazones y en los corazones de todos los hombres.

Oración Final.

Omnipotente y sempiterno Dios, que en tu amado Hijo, Rey del universo, resolviste renovar todas las cosas, concede benignamente que todos los hombres pecadores se sujeten a su suave yugo y dominio, quien vive y reina contigo por los siglos de los siglos. Amén
















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