domingo, 25 de octubre de 2020

Domingo XXX Ordinario – Ciclo A

Domingo XXX Ordinario – Ciclo A (Mateo 22, 34-40) – 25 de octubre de 2020

Los fariseos se reunieron al saber que Jesús había hecho callar a los saduceos, y uno, que era maestro de la ley, para tenderle una trampa, le preguntó:

—Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la ley?

Jesús le dijo:

—“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.” Éste es el más importante y el primero de los mandamientos. Pero hay un segundo, parecido a éste; dice: “Ama a tu prójimo como a ti mismo.” En estos dos mandamientos se basan toda la ley y los profetas.

Palabra de Dios.

Reflexiones: Hermann Rodríguez Osorio, S.J.   José Antonio Pagola   Fray Marcos

domingo, 18 de octubre de 2020

Domingo XXIX Ordinario – Ciclo A

 

Domingo XXIX Ordinario – Ciclo A (Mateo 22, 15-21) – 18 de octubre de 2020 



En aquel tiempo, los fariseos se pusieron a estudiar la manera de acusar a Jesús por algo que dijera. Así que le enviaron algunos de sus propios seguidores, junto con otros que pertenecían al partido de Herodes, para que le dijeran:

–Maestro, sabemos que tú eres sincero y que enseñas con toda verdad a vivir como Dios quiere; no te preocupa el qué dirán, ni juzgas a la gente por las apariencias. Danos, pues, tu opinión: ¿estamos o no obligados a pagar tributo al emperador romano?

Jesús, advirtiendo su mala intención, les contestó:

–¿Por qué me ponen trampas, hipócritas? Enséñenme la moneda con que se paga el tributo.

Ellos le presentaron un denario, y Jesús preguntó:

–¿De quién es esta efigie y esta inscripción?

Le contestaron:

–Del emperador.

Entonces les dijo Jesús:

–Pues den al emperador lo que es del emperador, y a Dios lo que es de Dios.

Palabra del Señor.

Reflexiones: Hermann Rodríguez, S.J.   José Antonio Pagola   Fray Marcos    

 

domingo, 4 de octubre de 2020

Domingo XXVII Ordinario – Ciclo A

 

Domingo XXVII Ordinario – Ciclo A (Mateo 21, 33-43) – 4 de octubre de 2020



 »Escuchen otra parábola: El dueño de una finca plantó un viñedo y le puso un cerco; preparó un lugar donde hacer el vino y levantó una torre para vigilarlo todo. Luego alquiló el terreno a unos labradores y se fue de viaje. Cuando llegó el tiempo de la cosecha, mandó unos criados a pedir a los labradores la parte que le correspondía. Pero los labradores echaron mano a los criados: golpearon a uno, mataron a otro y apedrearon a otro. El dueño volvió a mandar más criados que al principio; pero los labradores los trataron a todos de la misma manera.» Por fin mandó a su propio hijo, pensando: “Sin duda, respetarán a mi hijo.” Pero cuando vieron al hijo, los labradores se dijeron unos a otros: “Éste es el que ha de recibir la herencia; matémoslo y nos quedaremos con su propiedad.” Así que lo agarraron, lo sacaron del viñedo y lo mataron.» Y ahora, cuando venga el dueño del viñedo, ¿qué creen ustedes que hará con esos labradores? Le contestaron:—Matará sin compasión a esos malvados, y alquilará el viñedo a otros labradores que le entreguen a su debido tiempo la parte de la cosecha que le corresponde. 

Jesús entonces les dijo:  —¿Nunca han leído ustedes las Escrituras? Dicen: “La piedra que los constructores despreciaron se ha convertido en la piedra principal. Esto lo hizo el Señor, y estamos maravillados.” Por eso les digo que a ustedes se les quitará el reino, y que se le dará a un pueblo que produzca la debida cosecha.

Palabra del Señor.

Reflexiones: Hermann Rodríguez Osorio, S.J.   José Antonio Pagola   Fray Marcos