Domingo XXXIII Ordinario – Ciclo A (Mateo 25, 14-30) – 15 de noviembre de 2020
»Sucederá también con el reino de los cielos como
con un hombre que, estando a punto de irse a otro país, llamó a sus empleados y
les encargó que le cuidaran su dinero. A uno de ellos le entregó cinco mil
monedas, a otro dos mil y a otro mil: a cada uno según su capacidad. Entonces
se fue de viaje. El empleado que recibió las cinco mil monedas hizo
negocio con el dinero y ganó otras cinco mil monedas. Del mismo modo, el
que recibió dos mil ganó otras dos mil. Pero el que recibió mil fue y
escondió el dinero de su jefe en un hoyo que hizo en la tierra.
»Mucho tiempo después volvió el jefe de aquellos
empleados, y se puso a hacer cuentas con ellos. Primero llegó el que había
recibido las cinco mil monedas, y entregó a su jefe otras cinco mil,
diciéndole: “Señor, usted me dio cinco mil, y aquí tiene otras cinco mil que
gané.” El jefe le dijo: “Muy bien, eres un empleado bueno y fiel; ya que
fuiste fiel en lo poco, te pondré a cargo de mucho más. Entra y alégrate
conmigo.” Después llegó el empleado que había recibido las dos mil
monedas, y dijo: “Señor, usted me dio dos mil, y aquí tiene otras dos mil que
gané.” El jefe le dijo: “Muy bien, eres un empleado bueno y fiel; ya que
fuiste fiel en lo poco, te pondré a cargo de mucho más. Entra y alégrate
conmigo.”
»Pero cuando
llegó el empleado que había recibido las mil monedas, le dijo a su jefe:
“Señor, yo sabía que usted es un hombre duro, que cosecha donde no sembró y
recoge donde no esparció. Por eso tuve miedo, y fui y escondí su dinero en
la tierra. Pero aquí tiene lo que es suyo.” El jefe le contestó: “Tú eres
un empleado malo y perezoso, pues si sabías que yo cosecho donde no sembré y
que recojo donde no esparcí, deberías haber llevado mi dinero al banco, y
yo, al volver, habría recibido mi dinero más los intereses.” Y dijo a los
que estaban allí: “Quítenle las mil monedas, y dénselas al que tiene diez mil. Porque
al que tiene, se le dará más, y tendrá de sobra; pero al que no tiene, hasta lo
poco que tiene se le quitará. Y a este empleado inútil, échenlo fuera, a
la oscuridad. Entonces vendrán el llanto y la desesperación.”
Palabra del Señor.
Reflexiones:
Hermann Rodríguez SJ José Antonio Pagola Fray Marcos
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