Domingo
XIV del Tiempo Ordinario – Ciclo C (Lucas 10, 1-12.17-20)
7 de
julio de 2019
Después de esto, el Señor escogió también a
otros setenta y dos, y los mandó de dos en dos delante de él, a todos los
pueblos y lugares a donde tenía que ir.
Les dijo: «Ciertamente la cosecha es mucha,
pero los trabajadores son pocos. Por eso, pidan ustedes al Dueño de la cosecha
que mande trabajadores a recogerla. Vayan ustedes; miren que los envío como corderos en medio de
lobos. No lleven dinero ni
provisiones ni sandalias; y no se detengan a saludar a nadie en el camino. Cuando entren en una casa, saluden primero, diciendo: “Paz a
esta casa.” Y si allí hay gente de
paz, su deseo de paz se cumplirá; pero si no, ustedes nada perderán.Quédense en la misma casa, y coman y beban de lo que ellos
tengan, pues el trabajador tiene derecho a su paga. No anden de casa en casa.Al llegar a un pueblo donde los reciban, coman lo que les
sirvan; sanen a los enfermos que
haya allí, y díganles: “El reino de Dios ya está cerca de ustedes.” Pero si llegan a un pueblo y no los reciben, salgan a las
calles diciendo: “¡Hasta el polvo de su
pueblo, que se ha pegado a nuestros pies, lo sacudimos como protesta contra
ustedes! Pero sepan esto, que el reino de Dios ya está cerca de ustedes.” Les digo que en aquel día el castigo para ese pueblo será peor
que para la gente de Sodoma.
Los setenta y dos regresaron muy contentos,
diciendo:
—¡Señor, hasta los demonios nos obedecen en tu nombre!
Jesús les dijo:
—Sí, pues yo vi que Satanás caía del cielo como un rayo. Yo les he dado poder a ustedes para caminar sobre serpientes y
alacranes, y para vencer toda la fuerza del enemigo, sin sufrir ningún daño. Pero no se alegren de que los espíritus los obedezcan, sino de
que sus nombres ya están escritos en el cielo.
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